
Un amor inquebrantable: romance, traición y rebeldía en una fantasía oscura que no podrás soltar
¿Hasta dónde estás dispuesta a llegar por amor? Esa es la pregunta que recorre Un amor inquebrantable, desde la primera escena hasta la última decisión. Alanis Raiquén es una protagonista que no se anda con vueltas: impulsiva, valiente, determinada, pero también muy insegura, sobre todo cuando se trata de ella misma. Creció en un palacio bajo el dominio de una madre que más que reina parece una carcelera.
En ese lugar donde lo emocional está tan reprimido como el contacto físico, lo único que mantiene a Alanis en pie es Kliam, su mejor amigo y primer amor. Cuando él es enviado a El Enclave, un lugar del que nadie vuelve, todo cambia. Alanis no está dispuesta a perderlo ni a que muera por su culpa, así que irá tras él.
Su protagonista
Alanis es una princesa resignada a no tener magia y no ser útil para su reino, pero aún así da pelea. Nunca se queda callada. Ni cuando la drogan, ni cuando la atan, ni cuando la quieren obligar a casarse.
“No tienes opción, por eso me drogas y me atas, ¿en serio?”, le dice con ironía a su madre en un momento de tortura. Esa frase resume bastante bien su actitud: no importa lo rota que esté, siempre va a dar pelea.
En su cabeza todo el tiempo hay una mezcla de desesperación y sarcasmo.
“Ay, carajo”, piensa en medio de una escena en la que debería estar muerta de miedo.
“Es muy maternal de tu parte”, suelta con ironía mientras escupe sangre, atada a una silla.
Tiene muchas capas: es impulsiva, emocional, irónica, muy enojada con el mundo. No duerme bien, no quiere levantarse de la cama, no le interesa complacer a nadie. Pero también es leal, intensa, capaz de darlo todo por los que ama. Eso la convierte en una protagonista con la que es fácil empatizar. A veces te da risa, a veces te desespera, y otras simplemente te dan ganas de asesinar a la reina en su nombre para que la chica sea libre de una vez por todas.
El detonante
La relación con su madre es uno de los puntos más oscuros del libro. Hay manipulación, tortura, encierros, amenazas. Alanis no solo tiene que salvar a quienes ama, también tiene que salvarse a sí misma de una reina que está dispuesta a casarla a la fuerza, drogarla si es necesario y usarla como pieza política. Parece que amar es un delito para esa reina así que separa a Alanis de todo y envía a Kliam lejos.
Aliados inesperados
Justo cuando pensás que no puede complicarse más, aparece Dorhyan. Un jinete del que no sabemos casi nada. Su vínculo con Alanís empieza tenso, pero se transforma lentamente en algo que los obliga a bajar la guardia. Uno pensaría que es un enemies to lovers, pero la autora lo cataloga más como un friends to lovers.
Dorhyan es apuesto, misterioso, peligroso y está comprometido en ayudarla. Claro, no sin una pizca de humor y descaro:
—Lo siento, tengo un apego emocional con mi caballo y voy donde él vaya—me susurra al oído.
—Haré que valga la pena para ti—digo, aunque mi voz suena a súplica.
—Oh, sí que lo harás.
Esta escena ocurre la primera vez que se ven.
También conocemos el punto de vista de Dorhyan en varios capítulos. Eso le suma profundidad a su personaje y nos da pistas de que no es tan despiadado como parece.
Un amor inquebrantable es una historia sobre amar cuando está prohibido, sobre desobedecer cuando eso te puede costar la vida, y sobre salvar a alguien incluso si eso significa enfrentarte a tu propia familia. Alanis está dispuesta a llegar hasta el final.
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¿Kliam o Dorhyan? Vas a tener que leerlo para elegir.