
Aproximadamente un segundo más: un libro ilustrado sobre soltar el ritmo impuesto y escucharse
Aproximadamente un segundo más es un libro ilustrado, pero también una especie de diario, ensayo personal y espejo. Paola Naivi recorre, desde la primera página, lo que fue dejar un trabajo tóxico y todo lo que se abre (y se sacude) después de esa decisión.
A partir de esa vivencia, la autora comparte algunas reflexiones sobre esa pausa desde un lugar honesto, reconociendo incluso su propio privilegio al poder tomar distancia de un entorno laboral tóxico y consumista.
El libro nos habla sobre el éxito, el cuerpo, el miedo a frenar, el tiempo, el trabajo, y todo eso que arrastramos sin revisar, desde un tono cercano que no pretende convencerte ni animarte a hacer lo mismo. Simplemente te acompaña, por si justo estás en ese punto donde necesitás un segundo más. También tiene una ilustraciones, hechas por la misma autora, que dialogan con el texto, permitiéndote disfrutar del arte y del humor que tiñen algunos dibujos.
Algunas reflexiones
Una de las frases que más me gustó del libro es:
“Me parece absurda la idea de pensar en la productividad en términos de la edad, tal y como se ha venido haciendo por generaciones.” Pág. 101
Desde que somos chicos nos entrenan para ser útiles, para rendir, para “llegar” a cosas que no siempre elegimos. A los 20 ya tenés que estar estudiando una carrera universitaria, a los 30 tener una pareja estable, a los 40 una casa, una familia, un plan. Todo pensado en función de cuánto producís, de qué tan funcional sos a un sistema que no se detiene.
El libro no se queda solo en señalar eso. Propone frenar y pensarlo desde otra perspectiva. Lo que está en juego no es “el tiempo que se va”, como suelen decir, sino el que te sacan. Como explica Paola, cuando renunciás a un trabajo y todo el mundo te apura para que consigas otro “porque se acaba el tiempo”, en realidad no es tu tiempo el que se acaba. Es el de la empresa, que se queda sin tu energía, sin tu presencia, sin tu capacidad de producir.
Esa mirada te saca la culpa, te corre del apuro y te devuelve una pregunta clave: ¿qué querés hacer con tu tiempo cuando no estás trabajando? No para ser más productiva en otro lado, sino para ser en tus propios términos.
Otra frase que se queda dando vueltas es:
“Una vez entrando en el mundo laboral, es muy fácil seguir la corriente y dejarse llevar por años, hasta que, por alguna razón, ese ritmo se vuelve insostenible o es incompatible con quienes somos y lo empezamos a cuestionar.” Pág.106
A veces no frenamos por decisión propia, sino porque el cuerpo colapsa o la cabeza ya no puede más. Ese momento de ruptura casi nunca viene con respuestas claras, pero sí con una necesidad urgente de cambio.
Al contrario de lo que nos hacen creer, está bien no ser siempre la misma persona, con los mismos intereses, en el mismo círculo durante toda la vida.
El libro nos recuerda que vivimos atravesadas por exigencias, que medirnos por lo que producimos es agotador, y que la única forma de corrernos de ahí es empezar a mirarnos con más paciencia. Como dice la autora en otro pasaje:
“Nadie nos enseña a ser compasivos con nosotros mismos. Nadie nos enseña a celebrar constantemente todo aquello que hacemos bien, ni a tomar las cosas con calma.”
Si estás en un momento donde necesitas parar, puede que leer la experiencia de otra persona te ayude a darte permiso para regalarte y detenerte un segundo más.
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