Novela breve y conmovedora: Ser una isla, de Silvina Maiuli

Novela breve y conmovedora: Ser una isla, de Silvina Maiuli

En Ser una isla, Silvina Maiuli construye una historia corta, íntima y cargada de sensaciones que no siempre se pueden nombrar. Una novela sobre lo que se hereda sin saberlo, sobre las marcas que deja el silencio, y sobre esa forma de resistencia que implica seguir, aunque sea en automático.

Una casa, un río y todo lo que no se dice

¿Cuántas veces seguimos adelante arrastrando un linaje que no sentimos del todo propio, pero tampoco podemos soltar? ¿Cuántas veces nos toca sostener lo que otros callaron, como si el dolor fuera una tradición familiar? Lina hace eso, consciente o inconscientemente.

Cuando todo se desmorona, Lina se traslada a una casa del Delta que fue de su bisabuela. No lo hace por valentía ni buscando inspiración. Lo hace porque no puede más. Porque hay un punto donde quedarse en el mismo lugar ya no es una opción.

La isla es hostil, fangosa, inestable. No hay agua potable, la señal de celular es intermitente, la casa está casi vencida por el tiempo, pero ese paisaje también se parece a lo que ella lleva adentro. Hay algo en ese barro que la contiene. Allí, entre recuerdos, audios de WhatsApp, mensajes que llegan tarde y un perro callejero que termina siendo su única compañía, empieza otro tipo de reconstrucción.

Lina atraviesa duelos simultáneos: uno que arrastra desde hace años, y otro que todavía no se anima a aceptar. Todo lo que espera es una llamada que le confirme lo inevitable. Mientras tanto, convive con su soledad, con la ausencia de su hija, con el recuerdo de otra pérdida anterior, y con una herencia emocional que va descubriendo a medida que revisa los rastros que dejaron las mujeres que vivieron antes que ella.

Lejos de todo, cerca de una

Maiuli no cae en lugares comunes ni en frases hechas sobre la resiliencia. Su prosa es precisa, llena de imágenes que se quedan. El río no es solo el escenario: es una extensión de Lina. Se desborda cuando ella está por quebrarse, se calma cuando logra tomar aire. El agua sube, retrocede, entra y sale, igual que las emociones que no se dicen en voz alta.

Hay algo profundamente humano en esta historia. No hay giros espectaculares ni revelaciones finales. Hay una mujer sola, enfrentando todo lo que le duele, sin red.

Ser una isla habla de lo que se rompe y de lo que queda. De la fuerza que no se nota, de los afectos, del duelo, del amor romántico y no romántico, y de lo difícil que es soltar cuando nadie nos enseñó a hacerlo.

Una novela breve, honesta, emocionalmente compleja y demasiado cercana.



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