
Reseña de La Torre de Praetorius: Crónicas del Protector de la Letra
¿Qué pasa cuando un libro no solo cuenta una historia, sino que también crea un universo completo, visual, narrativo y casi táctil?
La Torre de Praetorius: Crónicas del Protector de la Letra no se conforma con narrar una aventura: construye una experiencia. Una que mezcla la fantasía clásica con la lógica de los libros de lore, donde cada rincón tiene algo que decir, y cada detalle parece estar vivo.
Praetorius es el Guardián de la Letra, un personaje milenario que protege la memoria escrita desde su torre flotante en una dimensión lejana. Su misión es mantener a salvo los libros, las palabras y los saberes frente al avance del Caos. Desde ese punto de partida, Christian Gruaz despliega un escenario que mezcla aventura, humor, reflexión y una notable atención al detalle.
Lo que distingue a este libro es su formato híbrido. La narrativa está fragmentada en registros, anécdotas y perfiles que podrían leerse como entradas de un archivo mágico. Cada sección aporta piezas para comprender un universo que se revela lentamente. El lector se transforma en visitante, y el libro, en una especie de guía ilustrada a un mundo en el que todo —desde una criatura hasta una sala— tiene nombre, historia y propósito.
Una propuesta más allá de lo narrativo
Uno de los mayores logros de esta obra es su diseño visual. Gruaz construyó escenarios, personajes y objetos en físico, los fotografió y los integró a la narrativa con coherencia estética. Cada ilustración suma a la construcción del mundo, y convierte la lectura en una experiencia inmersiva que va más allá del texto. En lugar de acompañar, las imágenes narran. En lugar de decorar, estructuran.
Cada página puede leerse con detenimiento, porque cada rincón guarda algún guiño, una microhistoria, una conexión interna. Por momentos recuerda a los códices ilustrados o a los libros de campo de mundos imaginarios: obras que se exploran más que se leen de corrido. Esa es justamente una de las riquezas del libro: su capacidad para ofrecer una lectura expandida, pausada, casi arqueológica.
Lejos de buscar una narrativa de impacto o ritmo veloz, La Torre de Praetorius construye una atmósfera. El conflicto no es una guerra entre bandos, sino la amenaza constante del olvido. La acción se juega en los gestos: conservar, clasificar, proteger. Cada criatura, ayudante o artefacto está pensado desde una lógica interna que le da sentido al universo. Todo tiene una función. Nada está puesto al azar.
El libro está claramente dirigido a quienes disfrutan la exploración detallada de mundos fantásticos, los que aprecian el trabajo artesanal, y aquellos lectores que sienten que los libros no solo se leen, sino que también se habitan. Es, sin duda, una propuesta atípica, pero precisamente por eso, muy valiosa. Una obra que celebra la imaginación desde todos los ángulos posibles.
Podés conseguirlo acá: La Torre de Praetorius en Tinta Dragón