Mi oscuridad y mi luz: una historia sobre aceptar lo que somos

Mi oscuridad y mi luz: una historia sobre aceptar lo que somos

¿Qué pasa después de morir? No hay una sola respuesta, pero el libro Mi oscuridad y mi luz: solo en mi oscuridad vi mi luz se anima a imaginar una.
Alma, la protagonista, despierta en un lugar que no entiende, el "inframundo". Un lugar que más bien termina siendo el limbo entre la vida y la eternidad. Éste limbo está lleno de personas que no pudieron “pasar al otro lado”, almas que arrastran heridas, dudas, enojo.

Aunque el libro parte de una idea espiritual, la historia es muy fácil de seguir. La autora, Antonella Pagliero, construye una trama clara y entretenida, con diálogos naturales y personajes muy distintos entre sí.
Alma no sabe por qué está ahí, pero desde el principio busca ayudar a los demás. A pesar de estar perdida, transmite calma. Esa actitud positiva cambia la dinámica del lugar, y también hace que quien lee conecte con ella muy rápido.

 

La novela aborda temas como la culpa, el perdón o la aceptación sin volverlo denso. Todo está contado de forma accesible, lo que lo convierte en una lectura ideal para quienes se están acercando por primera vez a lo espiritual o buscan algo más emocional sin perder ligereza.

Una novela sobre el lado que no siempre queremos mirar

Lo que más se destaca es que esta historia no plantea la “oscuridad” como algo externo o maligno, sino como parte de lo que todos llevamos adentro. El mensaje es claro: para encontrar luz, primero hay que mirarse con honestidad y aceptar nuestra oscuridad.
Alma va descubriendo que aceptar lo que uno es —lo bueno y lo malo— es la única forma real de seguir adelante. Y en el camino, ayuda a que otros también lo hagan.

Los personajes tienen historias intensas que cargan como mochilas pesadas en la espalda. Liz, por ejemplo, convive con la culpa, el enojo y la tristeza por algo que hizo en vida (que no vamos a contar para no spoilear); Bartolomé arrastra nostalgia y melancolía; y Elisa, la más pequeña del grupo, siente que su propia muerte arruinó la vida de los que más quería. Todos llevan algo a cuestas.
Y eso recuerda un poco a una reflexión que aparece en la película Up in the Air, donde el personaje de Bingham habla de nuestras mochilas emocionales:

 

“Imaginen que llevan una mochila. Al principio la llenan con cosas materiales: objetos, muebles, hasta la casa. Pero después llega otra mochila, y esa se llena de personas. Ahí pesan los vínculos, los secretos, las culpas. Las relaciones son la carga más pesada. ¿Por qué no dejar la mochila? No somos cisnes, somos tiburones. Si no nos movemos, morimos.”

 

Esa idea —que a veces cargamos tanto que ya no sabemos cómo seguir adelante— es lo que esta novela trabaja con sensibilidad, pero sin dramatismo. Cada personaje enfrenta lo que no pudo decir, lo que no pudo perdonar, lo que no pudo soltar. Y en ese proceso, Mi oscuridad y mi luz se convierte en una historia de crecimiento personal, contada desde un lugar simple, emocional y profundamente humano.

 

Es una novela juvenil espiritual corta, pero con mucho contenido emocional. No busca impactar con giros locos o sorpresas, sino que apuesta a la empatía y a mostrar que el crecimiento no siempre es perfecto ni lineal. A veces llega después de una pérdida, un accidente o una pausa obligada. A veces, viene en forma de una historia como esta, que te hace frenar un momento y pensar en lo que venís cargando.
Es el primer libro de ficción de la autora, que antes escribió sobre salud mental en una obra de no ficción.

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