Puñalada de Mailén Álvarez: poesía cruda y visceral desde el conurbano

Puñalada de Mailén Álvarez: poesía cruda y visceral desde el conurbano

Escribir poesía es como desnudarte frente al espejo y bancarte todo eso que no querés ver. Es, también, el rayo del sol pegándote en la cara un invierno helado. Es pasearte por la casa de un ser amado, dejarte caer en la infancia, abrazarte la herida, romper los esquemas. La poesía se respira, se siente, se te mete entre los huesos y, a veces, te incomoda. Sobre todo, la poesía de Mailén Álvarez.

Escritora, fotógrafa, periodista, un poco de todo y mucho de sí volcado en las páginas de Puñalada, su poemario. Desde su Longchamps natal hasta las profundidades de sus versos, la autora desnuda sus entrañas y las exponen con una honestidad brutal, que no busca aprobación, solo liberación.

Este poemario, nacido del calor de años de escritura (2019-2024), se erige como un grito que reverbera en la oscuridad, en los márgenes, en las cicatrices de los cuerpos y las calles. Se para en el sur del conurbano bonaerense y escupe todas sus verdades: la soledad, la pobreza, la violencia que se esconde, lo que duele el cuerpo, la periferia, las drogas, el dolor. No hay tema incómodo que se salve, acá se escarba todo.

La poesía como herida: Soledad, cuerpo y periferia

En Puñalada, la soledad no es ausencia, es presencia abrasiva. Los versos habitan el filo entre el aislamiento y la libertad, entre lo que nos salva y lo que nos hunde. Hay algo profundamente visceral en cómo Mailén aborda la autonomía, esa especie de impunidad que otorga la soledad.

"La soledad no me da miedo, me da temor hasta dónde puedo llegar con la libertad que disimuladamente le otorgo"


¿Y qué pasa con el cuerpo, esa cosa incómoda, que no te abandona pero tampoco te acompaña?, Álvarez lo retrata como un campo de batalla. Explora la relación conflictiva entre el deseo y la autoimagen, lo que queremos, lo que somos y lo que no.
No se detiene ante la incomodidad o el tabú; los hace suyos y los empuja, los abarca entre poema y poema para que no te queden dudas de que lo que no se verbaliza no se enfrenta.

Y todo esto sucede en un contexto geográfico ineludible: el sur del conurbano. Las calles, los trenes y las plazas de Longchamps, Burzaco y Temperley no son solo escenarios; son personajes. El conurbano late en cada verso, con su crudeza, su melancolía y sus fantasmas. Allí, la marginalidad no es una etiqueta, es una forma de existir: "Tantas cosas son el sur / donde nazco, donde me pierdo".

Una obra que no pide permiso

La voz de Mailén Álvarez en Puñalada es como su título: una puñalada directa al pecho, certera e imposible de ignorar. Su lenguaje es crudo, sin adornos innecesarios. La autora logra transformar lo cotidiano, lo marginal y lo doloroso en poesía. No busca que el lector se sienta cómodo; al contrario, lo desafía, lo sacude, lo obliga a mirar de frente lo que muchas veces preferimos evitar.

Los versos se sienten como sentarte a hablar con una amiga y que te cuente su día sin tapujos, sin metáforas. Se siente como el “la cagada ya te la mandaste” que te dice cualquier argentino entre mate y mate, para avisarte que de esa no hay vuelta atrás, pero igual lo tenés que afrontar.

No es un libro para cualquiera. No tiene poesía simpática; es una poesía cruda, con lenguaje urbano. Con el mismo que hablás cuando te olvidás de que alguien más te está escuchando.

Como dice
Walter Lezcano "La poeta Alvarez no tira la basura abajo de la alfombra: la pone en un altar a la vista de todos e intenta construir sus propias deidades con eso".

Con Puñalada, nada te salva de afrontar el mundo hostil en el que a veces vivimos.
Podés conseguirlo en Instagram pidiéndolo a @pequenocabosuelto o @alvarezmailen91



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